Una serie de sustancias químicas que se encuentran en numerosos productos de uso hogareño podrían afectar negativamente el desarrollo del cerebro fetal. Un grupo de estas sustancias se conocen como compuestos perfluorados (PFCs por sus siglas en inglés) y se utilizan en la manufactura de revestimientos antiadherentes tales como el teflón utilizado en sartenes y otros utensilios de cocinar. También se utilizan en revestimientos resistentes a manchas y el agua, en empaques de alimentos, en alfombras y ropa. También se utilizan en algunos cosméticos y productos para la limpieza del hogar.
Otro grupo de estas sustancias responde al descomunal nombre de éteres de polibromodifenilos (PBDEs, por sus siglas en inglés). Estos compuestos se utilizan con el propósito de retardar el fuego y así reducir la posibilidad de incendios en colchones y otros muebles bolsas de palomitas de maíz, la cubierta externa de las computadoras, televisores y otro equipo electrónico. Una de las características de ambos tipos de compuestos es que permanecen largo tiempo en el ambiente y se acumulan tanto en los animales como en los seres humanos. En estudios con animales se ha encontrado que algunos PBDEs interfieren con el funcionamiento de la glándula tiroides que es la encargada de controlar el metabolismo y regular funciones tales como la temperatura corporal, la presión sanguínea y los niveles de energía. Se sabe que la tiroides juega un papel clave en el desarrollo del cerebro fetal y que cuando su función se afecta durante el temprano embarazo pueden producirse daños neurológicos en el bebé. En estudios con ratas y ratones se ha encontrado también que la exposición a este tipo de sustancia se asocia con el desarrollo de problemas de aprendizaje, memoria y control motor.
En estudios con animales de laboratorio expuestos a elevados niveles de ciertos PFCs se han observado efectos tales como reducción en el crecimiento al igual que efectos nocivos sobre la tiroides, hígado y riñones.
Según los resultados de un estudio que fuera comisionado por la organización Greenpeace-Países Bajos y la organización mundial de conservación WWF que fueron dados a la publicidad en 2005, los bebés aún en el vientre materno se ven expuestos a niveles potencialmente peligrosos de sustancias químicas entre los cuales se encuentran los ya mencionados PFCs, así como almizcles artificiales que se emplean para intensificar el aroma de los perfumes.
Actualmente Glenys Webster, candidata doctoral en la Universidad de la Columbia Británica en Canadá, lleva a cabo una investigación acerca de los efectos de los PBDEs y los PFCs. Para este estudio se reclutarán 150 mujeres embarazadas a las cuales se les harán preguntas relacionadas con su contacto con productos que contienen estas sustancias. También se medirán los niveles de estas sustancias en las viviendas de estas mujeres; a mediados del embarazo se tomarán muestras de sangre y además se tomará una muestra de sangre del cordón umbilical en el momento de dar a luz.
A pesar de lo sugestivo de los estudios llevados a cabo con animales, lo cierto es que se cuenta con muy pocos datos acerca de los efectos de estas sustancias en los seres humanos. Se espera que este estudio arroje luz sobre la influencia de estas sustancias sobre la glándula tiroides durante el embarazo y acerca de las principales fuentes de exposición a las mismas. También se espera que ayude a encontrar medios para reducir la dicha exposición.
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